Antes de comenzar quiero pedirte un favor: describe la relación que tienes con la comida.
Así es, tenemos una relación con todo y por supuesto la comida no es la excepción. Para algunos se trata de un premio, de una manera de compensarse. Para otros es una manera de castigarse o lastimarse. Hay para quienes la comida significa uno de los grandes placeres y para quienes representa todo un problema. Hay personas que encuentran en ella un refugio, hay quienes la vuelven una exigencia y se obsesionan con el tema de lo sano y la perfección. Así que volviendo al favor que te pedí, piensa por un momento en el tipo de relación que tienes con ella.
Como terapeuta he observado que aquello que hacemos en un lugar, es común que lo hagamos en otro. Sería extraño que la persona que siempre está de prisa, que maneja con impaciencia, fuera muy paciente en la fila del banco y no le importara estar una hora esperando, o actuara muy tranquila con sus hijos y nunca actuara impulsivamente.
Así que, si observamos lo que nos ocurre en determinado lugar o relación, seguramente nos llevará a reconocer que es algo que nos sucede en varios sitios. Cuando te pedí que describieras la relación que tienes con la comida es precisamente por la conexión que existe entre la manera de alimentarnos y la forma en la que nos tratamos, nos cuidamos y la manera de vivir la vida que tenemos.
No es “casualidad” cuando elijes comer algo que sabes que te hace daño, cuando no respetas tus propios límites, cuando te mal pasas, o cuando sientes ese vacío que no se llena comiendo lo que comas. Mi sugerencia es que observes la forma en la que te relacionas con los alimentos y reconozcas si hay algún tipo de carga emocional en ello.
Hay varios maestros que afirman que la nutrición y la alimentación tienen mucho que ver con la relación que tenemos con la vida y con nuestra madre. Después de leer esto, ¿qué veintes te caen? y ¿qué elecciones puedes hacer para agregar quizá más placer, más sabor, más mesura o más amor a los alimentos que consumes? ¿Qué podrías hacer para darte incluso lo que crees que te faltó y dejar de buscarlo en la comida? O bien, si rechazas la comida o no la disfrutas descubre cómo se relaciona esto con tu manera de vivir o con lo que ahora estás viviendo.
Te paso algunos tips que pueden servirte:
Identifica si es hambre o antojo. Rodéate de personas que tengan hábitos saludables, deja de normalizar el abusar de ti a través de los alimentos, haz un alto y respira antes de empezar a consumir lo que te daña, toma un vaso de agua cada vez que desees llenar vacíos y dile a tu niña interna: lo que requieres es amor no alimento. Y si por el contrario te exiges demasiado hasta en eso habrá dos palabras que siempre ayuden en cualquiera de estas situaciones y es decirte: ¡Soy suficiente! Anótalo en las alertas de tu celular que te lo recuerde tres veces al día, escríbelo en donde lo veas, en tu espejo, donde quieras. Espero que dejes de llenar vacíos o bien de exigirte más perfección innecesaria.