A pesar de que para muchos de nosotros la Navidad es una de las épocas más bonitas del año, ¿se han fijado cómo hay quienes están hartos y les urge que se acabe la temporada? En mi opinión, una de las principales razones de que esto ocurra es que en nuestra cultura acostumbramos tener muchos excesos que nos llevan a sentirnos incómodos, cansados y hasta tristes en algunos casos.
Hablando de excesos, podríamos empezar por la comida típica de la temporada, como buñuelos, tamales, churros, galletas, ponche, licor, etc., que son alimentos que entran muy rápido al torrente sanguíneo, provocando una gran ansiedad por comer más de ellos, con las consecuencias que ya conocemos. Además, tal vez este año sea diferente, pero lo normal es que tenemos muchos eventos, entonces los excesos son repetidos, cada semana; y a veces varios días de cada semana.
Entonces, el resultado es que terminamos con sobrepeso, hinchados, con inflamación gástrica, a veces estreñimiento, insomnio, cansancio, decaimiento…y todo esto claro que puede detonar momentos de tristeza.
Sin embargo, no tiene que ser así necesariamente. Podemos elegir transitar por la temporada Navideña de otra manera, en la que tengamos más conciencia de nuestra manera de alimentarnos. De entrada, eso ya evitaría el ganar esos incómodos kilos de más, así como el malestar digestivo de cualquier tipo. Aún si nos desvelamos, cuando tienes buenos hábitos, tienes más energía y mejor resistencia, lo cual permite tener un mejor estado de ánimo y evitar episodios depresivos.
No quiero decir con esto que solo podemos comer buena proteína, vegetales y aceite de oliva en la Navidad (que sería lo ideal), sino que también podemos incluir alimentos que no son tan favorables si los comemos con moderación y si los balanceamos correctamente. Es decir, elegir nuestras batallas, por ejemplo, pensemos que nos toca la comida con los primos, y todos los años se compran tamales; mi sugerencia es que preparen un refractario en el que pongan una capa de tamales, otra capa de pollo deshebrado, que lo bañen con mas salsa verde, arriba le añadan un poco de queso panela rallado y así lo metan al horno. De alguna manera, el mejorar el tamal aumentando algo más de proteína, los hará más inofensivos.
De igual manera, si llegan a probar galletas en la mañana, comerlas balanceadas y en la noche ya no elegir buñuelos. De tal forma que acabarían probando todo, pero no cayendo en el exceso.
¿Cómo se sentiría hacerlo así todo diciembre? Por lo pronto no subiríamos un gramo, nos sentiríamos tan bien que de verdad podríamos disfrutar a plenitud las fiestas y la compañía de nuestra gente más querida. ¿No creen que valdría la pena?