Cortisol, la hormona del estrés y el envejecimiento
Por: Q. María G. Domenzain
Hemos hablado anteriormente de la hidrocortisona o cortisol, la hemos llamado la hormona del estrés o del envejecimiento. El día de hoy profundizaremos un poco más en el conocimiento de esta hormona y en su relación con la inflamación.
Cuando nuestro cuerpo está en un estado constante de inflamación silenciosa, éste reacciona bombeando grandes cantidades de cortisol a través de las glándulas suprarrenales, de hecho, ésta es la primera hormona anti-inflamatoria que se libera para reducir el exceso de inflamación.
Generalmente llamamos al cortisol como la hormona del estrés, pero en realidad es la hormona del anti-estrés; a nivel celular todo tipo de estrés genera un estado inflamatorio causado por un exceso de eicosanoides pro-inflamatorios. El cortisol es enviado para reducir el nivel de estos eicosanoides, lo cual funciona razonablemente bien cuando el estrés es temporal.
Pero cuando los niveles de estrés son altos, y constante la inflamación silenciosa, significa que seguimos liberando cortisol de manera permanente lo cual causa un gran número de terribles consecuencias. Entre ellas, podríamos hablar del aumento en la resistencia a la insulina (provocará que aumentes tu grasa corporal), la destrucción de células nerviosas, la depresión del sistema inmunológico, etc.
Cuando los niveles de cortisol son altos, aceleramos el proceso de neo-glucogénesis, en el cual obtenemos glucosa a partir de nuestros propios músculos. Como respuesta, se genera una resistencia a la insulina importante, lo cual como ya sabemos, implica que la concentración de insulina en nuestra sangre alcance niveles muy altos.
Los niveles altos de cortisol en el organismo evitan a su vez la secreción de otras hormonas, como la testosterona. Sin los niveles adecuados de testosterona es imposible mantener y construir músculos, además de reducir la libido (en hombres y en mujeres).
El exceso de cortisol también destruye la memoria de corto plazo, específicamente después de ciertos periodos de estrés agudo.
Al igual que la insulina, los niveles de cortisol tienden a incrementarse naturalmente con la edad. Como resultado de esta elevación puede ser un poco más difícil conciliar el sueño durante la noche, y esto se hace un poco más grave si ingerimos alimentos altos en carbohidratos de rápida entrada al torrente sanguíneo.
A su vez, la falta de sueño puede tener efectos devastadores en la producción de cortisol. Existen estudios que muestran que, si reducimos nuestras horas de dormir de 8 horas a 6 y ½ horas, la concentración de cortisol se incrementa significativamente, además de provocar también la elevación de los niveles de insulina.
Como verán el cortisol en exceso puede provocar serios daños a nuestra salud. Sin embargo, podemos evitar que esto ocurra si adoptamos un estilo de vida saludable en el que nos alimentemos correctamente, hagamos ejercicio anti-inflamatorio de manera constante, cubramos nuestro ciclo de sueño de 8 horas, nos suplementemos con Omega 3 y antioxidantes anti-inflamatorios y mantengamos nuestra mente y nuestras emociones en paz, por ejemplo, practicando la meditación.