La relación entre la alimentación y el desarrollo de cáncer
Por: Q. María G. Domenzain
A través del tiempo se ha atribuido el desarrollo del cáncer especialmente a la información genética que guardamos de varias generaciones en nuestra historia familiar. Recientemente se le ha relacionado también con emociones negativas sin resolver, como el resentimiento y la ira.
Si bien no podemos negar que ambos factores existen y que pueden repercutir entre otros, en la aparición y el desarrollo de la enfermedad, no hay duda que la alimentación y el estilo de vida que elegimos puede ser determinante en la expresión de dichos genes o en la influencia de las emociones en nuestra salud.
Consideremos al cáncer como una enfermedad cuyo componente inflamatorio es muy importante. Durante el día ocurren una gran cantidad de “ataques” de radicales libres capaces de desencadenar un sinnúmero de reacciones en cadena, provocando el crecimiento desordenado de células cancerosas.
Así mismo, si contamos con un desequilibrio en eicosanoides pro-inflamatorios, podemos provocar que se favorezca la formación de leucotrienos de la serie 4, capaces de formar los vasos sanguíneos que irrigan al tumor canceroso para permitirle que siga creciendo, en vez de provocar que nuestro sistema inmunológico lo detecté y lo destruya. Para que tengan una idea, el sustrato para la formación de dichos leucotrienos es el ácido araquidónico catalizado por la enzima ciclo-oxigenasa 2, y tiene todo que ver con los alimentos que metemos a nuestro cuerpo.
El ácido araquidónico aumenta cuando consumimos harinas, azúcares, almidones, vísceras, aceites vegetales, etc. Y solo estoy mencionando 2 de los muchos mecanismos a través de los cuales puede ocurrir el crecimiento de estas células, ¿se dan cuenta de la importancia y de la responsabilidad de alimentarnos de la manera correcta?
Durante el día ocurren una gran cantidad de “ataques” de radicales libres capaces de desencadenar un sinnúmero de reacciones en cadena, provocando el crecimiento desordenado de células cancerosas. Así mismo, si contamos con un desequilibrio en eicosanoides pro-inflamatorios, podemos provocar que se favorezca la formación de leucotrienos de la serie 4, capaces de formar los vasos sanguíneos que irrigan al tumor canceroso para permitirle que siga creciendo, en vez de provocar que nuestro sistema inmunológico lo detecté y lo destruya.
Para que tengan una idea, el sustrato para la formación de dichos leucotrienos es el ácido araquidónico catalizado por la enzima ciclo-oxigenasa 2, y tiene todo que ver con los alimentos que metemos a nuestro cuerpo.
El ácido araquidónico aumenta cuando consumimos harinas, azúcares, almidones, vísceras, aceites vegetales, etc. Y solo estoy mencionando 2 de los muchos mecanismos a través de los cuales puede ocurrir el crecimiento de estas células, ¿se dan cuenta de la importancia y de la responsabilidad de alimentarnos de la manera correcta?
Entonces, mi recomendación es llevar una dieta equilibrada en la cual se incluyan los 3 grupos de macro-nutrimentos: carbohidratos en su mayoría provenientes de vegetales y frutas, proteínas de origen animal bajas en grasa, y grasas de tipo mono insaturado como aceite de oliva, aguacate, almendras, etc.
Algunas corrientes sugieren evitar el consumo de proteínas en la dieta durante el tratamiento para el cáncer, debido a que ciertos estudios postulan que las dietas altas en proteína aumentan la incidencia de algunos tipos de cáncer.
Personalmente no coincido con dicha hipótesis, ya que si eliminamos la proteína de la dieta, necesariamente se convertiría en una dieta muy alta en carbohidratos y por los tanto, en una dieta altamente inflamatoria.
Y por supuesto, tampoco recomendaría nunca una dieta alta en proteínas. Así como los alimentos que introducimos a nuestro cuerpo de manera adecuada reducen el riesgo de desarrollar enfermedades, existen otros factores que pueden contribuir a mantener niveles óptimos de salud, entre ellos están el hacer ejercicio todos los días, completar nuestro ciclo de sueño de 8 horas, controlar el estrés, suplementarnos con Omega 3 y antioxidantes, y no fumar.