Durante los meses de fi n de año, estaba sumergido en un estilo de vida el cual yo consideraba “productivo”. Trabajaba más tiempo que lo normal, comía solo una vez al día para ser más efi ciente y no tener distracciones. Me despertaba cada vez más temprano para aprovechar el día al máximo, me inscribí simultáneamente a una gran cantidad de cursos para expandir mi conocimiento en el menor tiempo posible. La realidad, era que lo que yo consideraba como algo positivo, solo estaba saturando a mi cuerpo.
En el transcurso de estos meses, mi cuerpo me hablaba, me decía que se sentía cansado, que tenía sueño y hambre, que le dolía la cabeza, que no quería hacer más cursos y que ya no quería ir al gimnasio. Mi error fue seguir la cultura actual de hustle y de no pain no gain.
Fue así, como una noche de enero, mientras iba por agua a la cocina, mi cuerpo no pudo más y colapsó. Me desmayé y no sé cuánto tiempo estuve en el piso hasta que recobré conciencia para encontrarme sobre un charco de sangre y pidiéndole ayuda a mi vecina para que me llevara a urgencias. Tras ocho puntadas en la barbilla y uno de los sustos más grandes de mi vida, empecé a hacer introspección y llegué a la conclusión de que todo este tiempo, lo que en verdad pasaba, es que quería ocuparme lo más posible, saturar mi agenda y cansar a mi cuerpo para callar lo que me decía mi intuición sobre una situación por la que estaba pasando que sabía no me hacía bien.
Esta experiencia me enseñó que conectar con el cuerpo es sumamente importante y que sus síntomas nos indican cosas que la razón trata de no ver. De igual manera, aprendí que habrá veces que nuestra intuición se expresará a través del cuerpo por medio de sensaciones y emociones. La intuición es como una voz dentro de nosotros, tratando de traernos al momento presente y guiarnos: “Esto me da buena vibra. Esta persona me hace sentir mal”.
Pero, ¿cómo escuchamos la voz del cuerpo cuando estamos sumergidos en la voz de nuestra mente? La respuesta es sencilla, con la práctica. La psicóloga holística Nicole LePera comenta en su libro How to be the love you seek, que para entender lo que necesitamos y queremos, tenemos que conectarnos con nuestro cuerpo físico y explorar cómo nos sentimos cada momento. Así como vas al gimnasio y ejercitas un músculo para que se fortalezca, hay que flexionar el “músculo” de la intuición y de la voz del cuerpo.
Una técnica que encontré de gran ayuda, fue la de poner alarmas a lo largo del día como recordatorios para hacer chequeos de cómo me estaba sintiendo física y emocionalmente. Estos pequeños espacios, me han ayudado a elegir lo que se siente, que es correcto para mí y que me nutre en todos los sentidos.
Mi intención con este artículo es que puedas hacer de mi experiencia un aprendizaje y alentarte a que escuches a tu cuerpo y a tu intuición cuando una situación o persona de tu vida no se sienta bien en vez de querer taparlo. Al final del día, solo tú sabes qué es lo que realmente es lo mejor para tu bienestar.