Definitivamente, creo que sí. Han pensado alguna vez que cuando nacen nuestros hijos estamos tan pendientes de todos los detalles que involucra el acompañarlos a crecer, y con respecto a la alimentación, ponemos un interés super especial. Y algo pasa después, sigue siendo importante, pero cedemos más a sus gustos que a que estén bien nutridos.
La verdad es que los padres tenemos el reto de ofrecer una dieta equilibrada y nutritiva, que mantenga bajo control el peso de los niños y que además les guste. En los primeros 6 meses de vida alimentarlos de manera adecuada es muy fácil, cuando la leche materna cubre todas sus necesidades; a partir de ese momento en que se inicia la ablactación, puede ser otra etapa relativamente fácil de llevar ya que suele haber muy buena aceptación para la introducción de los alimentos más nutritivos.
Cuando se empieza a complicar es cuando ya tienen posibilidad de elegir entre una variedad más grande, aunque esta etapa también cambia más adelante conforme se acostumbran a tener todos los alimentos nutritivos en su mesa.
Cuando hablamos de una alimentación equilibrada, nos referimos a aquella en la que intervienen los 3 grupos de macro nutrimentos. Personalmente considero que los carbohidratos más recomendables para la salud son las verduras y las frutas, claro que podemos ofrecerles algo de pan o tortilla, pero en cantidad moderada.
Las mejores proteínas para los niños en crecimiento son las de origen animal, pescado, pollo y carne, bajas en grasa. El huevo debe incluirse en su dieta hasta los 12 años, ya que favorece el crecimiento de tejidos. Las grasas que sugiero en la dieta de los niños son las de tipo mono-insaturadas en su mayoría, son las más parecidas a los componentes de las membranas celulares y las que van a mejorar su función mental.
En la medida que el niño esté bien alimentado desde pequeño, se asegura un sistema inmunológico fuerte, la suficiente energía para llevar a cabo todas sus actividades, el peso corporal adecuado sin cúmulos de grasa, los niveles de atención óptimos y la estabilidad de su sistema emocional. ¿No es este escenario el que más podríamos desear para nuestros hijos?
Me gustaría compartir con ustedes algunas herramientas que pueden ser útiles en la rutina para lograr la mejor alimentación de nuestros hijos:
Disfrutar de comidas familiares Los niños que participan en las comidas familiares comen más verduras y frutas.
Negociar Si hay algún alimento que no les guste, podemos cambiarlo por otro de igual valor nutricional. Siempre es conveniente escucharlos y establecer una buena comunicación.
Tener listos refrigerios sanos Cuando les de hambre van a buscar la opción más cómoda, aunque sea un puño de galletas. Si tenemos alguna fruta picada, rollitos de pavo y nueces, esto es lo que comerán.
Predicar con el ejemplo Alimentarnos de la mejor manera posible si queremos que ellos hagan lo mismo.