Vínculo con mamá, sánalo para tener alegría en tu vida
Por: Daniela Novoa
¡Antes de comenzar un abrazo grande a todas las mamás que están leyendo esto!
Creo que hay pocas relaciones con tantas expectativas como la de ser madre. Expectativas personales respecto a la manera “adecuada” de vivir la maternidad y expectativas de los hijos respecto a cómo debería de ser su madre.
Sin embargo, ya sea que nuestra relación nos parezca adecuada o imposible hay un aspecto que a veces se olvida: relación no es igual a vínculo.
Existen personas muy apegadas a mamá que consideran tener una gran relación, pero el vínculo no nutre porque no ven la grandeza de su madre, por el contrario, la ven como alguien a quien guiar, cuidar o sostener aun cuando ella pueda valerse por sí misma…
O bien otro ejemplo puede ser alguien que no conoció a su madre o no tiene una “buena” relación con ella, pero desde el alma está vinculada a su destino o a su forma de vivir… Son solo ejemplos para explicar cómo son distintos estos términos. La relación la creamos nosotros, el vínculo existe al momento de habernos dado la vida.
Una de las maneras en las que podemos identificar si nuestro vínculo nos nutre o desgasta es revisando qué tanta alegría nos permitimos tener en el día a día y en general en nuestra vida. Qué tanto podemos disfrutar de lo simple, lo pequeño; sin complicarnos tanto, sin ponerle tanto pero a todo y a todos.
Cuando un corazón está cerrado, herido o muy intolerante, muchas veces desde la terapia sistémica podemos observar que lo que alivia a quién lo padece es la ternura de la madre.
Por supuesto esto es en el ideal de que la madre pueda dar esa conexión al hijo; sin embargo, si tu madre no la tiene, si tampoco la pudo tomar de su madre por la razón que fuera, conlleva a un efecto directo.
Una madre ausente, demasiado dura o exigente, si no vivió, o estuvo cuidando otros asuntos es poco probable que pueda dártela y esto puede doler. Así que lo que puedes hacer es acudir más arriba, al linaje mater no. Seguro en alguna generación hay una mujer que pueda verter esa ternura y ese amor sobre el río de mujeres que te conforma. Esto podrá ayudarte a tener más energía, más vitalidad, más facilidad en la vida, incluso más abundancia y claro, un corazón más receptivo y mayor alegría en tu manera de vivir.
¿Cómo hacerlo? Es muy sencillo: imagina a tu madre, a tu abuela, bisabuela e incluso dos o tres generaciones arriba detrás de ti de lado izquierdo. Si no las conociste no te preocupes puedes visualizarlas como luz.
Siéntate en un lugar cómodo, revisa el estado de tu corazón, si está abierto, si tiene un buen color, si está alegre o si necesita calma, ternura o amor. Imagina detrás de tu lado izquierdo un sol brillante y vibrante, de él se desprende esa energía de vitalidad, amor, ternura, calidez que necesitas. Puedes ver cómo baja esa energía cayendo por el río de mu jeres de tu sistema familiar. Puedes ver cómo pasa por esas mujeres y fluye en cada una, hasta llegar a ti.
Ve sintiendo como esa energía te baña, te nutre y te da paz. Si te sientes cómoda con esto puedes repetir: “Mamá tu eres la paz que mi corazón tanto buscaba…” Respira profundo y haz el ejercicio dos o tres veces por semana durante un mes, te sorprenderá los efectos que esto puede tener tanto para dejar de buscar con ansiedad eso que deseas como para desacelerarte y tener más calma.
Por último, recuerda que esto lo puedes realizar independientemente
de cómo sea la relación con tu mamá. Sea como sea, el vincularte a ella
desde el amor es algo que siempre va a fortalecerte…