Carla Romo nos comparte su experiencia como madre de Ivana, una niña con Síndrome de Down, y nos describe cómo es la vida a través de esta vivencia. Desde su infancia, Carla siempre sintió una profunda empatía por personas con discapacidades físicas e intelectuales. La llegada de Ivana, sin previo conocimiento de su condición, fue una sorpresa que la colmó de amor y alegría desde el primer momento. Aunque experimentó algunos miedos e incertidumbres, predominó en ella una felicidad extrema, describiendo la experiencia como ganar la lotería.
Carla reconoce que su reacción no es común y que es natural sentir una gama de emociones. Después de superar el “factor sorpresa”, considera la llegada de Ivana como la bendición más grande para su familia, introduciéndolos a un mundo hermoso y transformador. Este nuevo capítulo les ha enseñado a apreciar lo sencillo de la vida y encontrar felicidad en su historia única.
Ivana, una niña muy inteligente y alegre, destaca por su sentido del humor y su sensibilidad hacia los demás. Siempre está dispuesta a acompañar, consolar o curar a quienes se sienten mal, mostrando un alma curativa. Disfruta jugando con sus hermanos, primos y amigos, especialmente participando en desafiantes actividades físicas como los pasamanos. Su amor por la escuela refleja su alegría y optimismo, siendo una niña llena de sueños y amor, muy feliz y amada.
Desde una perspectiva inclusiva, la sociedad puede mejorar
su comprensión y apoyo a las personas con Síndrome de Down y a sus familias al
adoptar una mirada igualitaria, independientemente de su condición, raza,
creencia religiosa o preferencias personales. Esto implica proporcionar
oportunidades equitativas para que todos participen plenamente dentro de la
comunidad. Reconociendo el valor inherente en cada individuo y apreciando las
contribuciones positivas que cada uno puede ofrecer, se fomenta un entorno
donde todos se sienten valorados y aceptados.
“Para los nuevos y futuros papás y mamás de hijos con Síndrome de Down, quiero decirles que les espera una vida llena de amor en abundancia. También les aguarda una vida muy divertida, colmada de ilusiones, metas cumplidas, sonrisas y manos amigas. Todos los hijos son hermosos y uno no elige cómo será cada uno de ellos; son simplemente regalos temporales de la vida”.
Ivana, siendo una niña de 8 años, describe sus días cotidianos como algo divertido pues ir al colegio, tomar clases de tenis, asistir a clases de lecto-escritura y jugar es lo que más disfruta. Lo que la hace feliz es estar con sus hermanos jugando, además de sentirse orgullosa de ser una buena alumna en el colegio. Cuando se le pregunta sobre su familia, simplemente responde: “Los amo”, pues son lo todo para ella.