El 32% de la población en México sufre de obesidad. México ocupa el primer lugar en obesidad infantil. ¿Suena aterrador verdad? Desgraciadamente es la realidad que hoy vivimos.
La dieta moderna nos está enfermando. Ha hecho que se nos olvide el verdadero propósito que tienen los alimentos. Nos “alimentamos” a base de productos procesados, adicionados, llenos de químicos y hormonas, “comida rápida” y lo peor productos “light”. Les digo algo, eso NO es comida. Son alimentos muertos, ya que su naturaleza ha sido totalmente alterada. Sus vitaminas, minerales y nutrientes son perdidos durante el proceso de transformación y para que puedan venderlo como “comida” tienen que adicionarlos.
¿Te has sentido inflamado, pesado y con mucho sueño después de comer? El famoso “Mal del puerco”. Algo que está diseñado para hacer funcionar tu organismo no debería de hacerte sentir de esa forma.
¿Sabías que la digestión es el
proceso del cuerpo que más requiere energía? Nuestro cuerpo está diseñado para
digerir alimentos sencillos en su estado natural. Alimentos vivos.
Los alimentos vivos son todos aquellos que el ser humano ha consumido a lo largo del tiempo. Son ancestrales. Todo lo que se pueda recolectar, pescar y cazar. Enteros, sin aditivos y sin ninguna alteración. Claramente, no son producidos en fábricas ni han sido transformados, presentan sus cualidades íntegras.
Los alimentos vivos nos hacen
sentir ligeros, nos dan energía y realmente cumplen su propósito fundamental y
natural: nutrirnos. Les digo una buena noticia: Los alimentos vivos están al
alcance de todos. Son las frutas, verduras, nueces, fermentados, granos enteros
y animales de libre pastoreo. Con estos alimentos no tienes por qué preocuparte
por la lista de ingredientes con nombres extraños que la mayoría de las personas
no sabemos ni qué son y podemos estar seguros que vienen cargados con
vitaminas, minerales y nutrientes. Los alimentos vivos te permiten tener una
mente más lúcida y te ayudan a concentrarte. Si dirigimos nuestra dieta hacia
éstos alimentos, los problemas de obesidad se irán solos.
Quiero invitarte a hacerte las
siguientes preguntas: ¿Qué porcentaje de lo que compro en el supermercado es
alimento vivo? ¿Cómo me siento después de cada comida?
Es momento de tomar responsabilidad ante algo que impacta directamente en nuestra salud. Démosle la vuelta a ese porcentaje tan aterrador. Seamos un país de personas saludables. Empieza contigo. Decide verte, pero sobre todo sentirte bien.